Fue muy extraño cuando comencé a sospechar de que mi humana estaba esperando a un bebé, notaba que había algo extraño en ella, fue una sensación inexplicable. Ella estaba rara, de repente se ponía triste, a veces dormía todo el día y había días en los que no comía casi nada, poco después de estos cambios, mi nariz me hizo saber que había alguien más con ella.
Mi misión fue cuidarla y cuidar al pequeño ser que traía dentro de ella todo los días, claro mientras me fuera posible, porque a veces ella salía con su esposo, o sea mi otro humano, a comprar cosas, a comer o solo para dar la vuelta. No siempre me llevaban.
Pasaron unos meses y fue en durante una noche cuando salieron muy apresurados de casa, mi humana iba llorando y gritando. Yo me preocupé, pero no podía hacer nada, así que me quedé en casa a esperar.
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Al otro día solo entró mi humano, fue por unas cosas, a dejarme de comer y poner agua en mi tazón, para después salir de inmediato. Los dos días siguientes fueron iguales, la verdad me sentía solito.
El día que todos llegaron estuvo lleno de emociones para mí, mi humana entró cargando al pequeño ser, me vio con mucha alegría y se acercó a mí, me dijo unas cuantas palabras y después me enseñó a mi nuevo hermanito, solo me limité a olfatearlo, lo vi tan pequeño que temí hacerle daño. Me emocioné mucho al tenerlo tan cerca.
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Mi vida sí cambió, obviamente le ponían mucha atención al bebé y ya no tenía todo su tiempo disponible todo para mí, sin embargo, siempre han procurado involucrarme en todas las actividades posibles en las que pueda participar.
Ya pasaron cinco años de que somos dos pequeños en la familia, porque eso sigo siendo yo, un pequeño con ganas de jugar todo el tiempo y mi hermano es igual, así que nos divertimos mucho, él me ama y yo lo amo; mi vida sin él ya no sería la misma. Yo sigo teniendo la misma misión, cuidar de él y de mis humanos todos los días.