Carta de una humana a su perro

De alguien que te amará por siempre:

Cuando llegaste a casa el primer día me sentí descontrolada, y un tanto incómoda, nunca había tenido una mascota. Supuestamente tu estancia no sería permanente, pero aquella noche me miraste con esos ojitos tan bellos que me hiciste dudar de mi decisión por un momento.

Después de varios intentos, entre tú y tus dos hermanas humanas me convencieron para que fueras parte de nuestra familia y ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.

Los primeros días que nos tocó estar juntos todas las mañanas me sentía preocupada, no sabía cómo cuidarte, qué necesitabas, cómo hablarte, qué querías que yo supiera. En fin, fue un reto.

Nuestro trato fue de menos a más, porque poco a poco te fui conociendo, reconozco que en algunas de tus travesuras mi paciencia estuvo a nada de acabarse. Llegué a pensar en acomodarte con otra familia, pero me fue imposible, nuestro vínculo ya era tan fuerte que no se podía romper tan fácil.

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Quiero que sepas que ahora ocupas un lugar muy especial en mi corazón y en nuestra casa, porque eres un miembro más de la familia y también de mi quincena.

Gracias por haber logrado que yo descubriera otros sentimientos, al grado de no importarme si rompes algo, lo importante es que no te lastimes tú, que estés cómodo, sano, limpio.

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Junto a ti la vida se ve diferente, me ilusiona llegar de trabajar y saber que estarás ansioso por llenarme de abrazos, también que tengo un ser que me ama y me es fiel incondicionalmente.

Gracias por permitirme ser tu mamá humana, siempre voy a estar contigo, para cuidarte, protegerte y asegurarme de que seas feliz.
¡Te amo!