A veces extraño estar en el mundo de los humanos, allá abajo en donde sales de paseo, comes muchas cosas ricas, estás con tus amigos, duermes en una cómoda cama y estás al lado de tu persona favorita.
Han pasado ya dos años de que llegué aquí, es tranquilo y muy cómodo, la llegada no es fácil de aceptar, te tienes que desprender totalmente de tu antigua vida y resignarte al nuevo lugar. Es triste y todos nos sentimos mal al principio.
Dicen que este lugar es un arcoíris, la verdad es que no sé que significa exactamente esa palabra, pero puedo entender que es un sitio fuera del alcance humano, un espacio de encuentro de muchas mascotas que han terminado su misión con su respectivo dueño y ahora merecen descansar.
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Mi dueño se llama Héctor y cada día lo amo más y lo extraño con la misma intensidad, estuvimos juntos por siete años y fuimos muy felices juntos. Todavía recuerdo el día que me eligió y me sacó de aquella caja de cartón, sin duda fui muy afortunado.
Yo no me sentía cansado, no pensé que mi misión en la tierra terminara tan rápido, la despedida fue repentina, de un día para otro enfermé y ya no salí del veterinario, ese lugar sí lo odiaba. Mi humano estuvo ahí toda la semana mientras estuve internado, me acariciaba y me daba palabras de aliento, pero yo no mejoré.
Un día me quedé dormido y ya no desperté, sé que él sufrió mucho con mi partida, me sentí muy triste e impotente cuando Héctor lloraba y yo no podía hacer nada para animarlo.
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Mi misión en la tierra era cuidarlo y hacerlo feliz y no creo que eso tenga que cambiar, entiendo que no puedo hacer mucho desde aquí, a veces le ladro, no me escucha y se ha metido en uno que otro problema, pero trato de ser un buen ángel de la guarda canino.
Él no lo sabe, pero desde que estoy aquí lo he observado todos los días, poco a poco fue sintiéndose mejor y aceptando mi partida, de hecho hace unos meses adoptó a otro perrito, me sentí feliz por él. Aunque me entró nostalgia porque recordé lo que era estar entre sus brazos, tenerlo cerca y oler su aroma.
Ambos aprendimos muchas cosas, éramos el complemento perfecto y vivimos muchas aventuras. Aunque hubiera preferido siempre estar con él, me siento tranquilo porque los momentos juntos los disfrutamos y aprovechamos al máximo.
Hector, siempre te amaré.
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