La tristeza de mis últimos días

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Llevo seis días tratando de adaptarme a las calles de la ciudad, no lo estoy logrando, me siento cansado, con hambre, solo, débil, no sé cuantas horas llevo sin comer. Eso lo he podido soportar, lo que me derrumba es la gran tristeza que siento, definitivamente es más fuerte que yo.

Mi humana falleció hace dos semanas, no me tomó por sorpresa, ella estaba enferma desde hace meses, parecía que su doctor ya vivía en nuestra casa. Cada día la veía más débil, diario me abrazaba, pero poco a poco sus abrazos iban perdiendo fuerza.

En esa casa solo vivíamos ella, su esposo y yo, el señor nunca me quiso, siempre me veía con desprecio, me hacia groserías cada que podía y nunca se cansó de decirle a mi humana que me regalara con alguien más.

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Por supuesto que ella nunca lo permitió, decía que yo era su vida y que mientras ella estuviera viva nada me pasaría y así fue. Desde que ella enfermó se acabaron los paseos y las horas de juego.

El día que ella murió mi mundo se derrumbó, estuve a su lado hasta que respiró por última vez, yo cerré mis ojos con una gran tristeza. Estuvimos juntos durante quince años.

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Desde ese momento tenía claro que mi vida no sería fácil y no me equivoqué, estuve en la casa solo unos días más, me limitaba a comer lo que tenía en mi plato, tomar agua e irme a acostar. La comida mi plato se terminó se fue quedando vacío con el paso de los días y el señor nunca puso más.

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Llegó el día en que por fin se iba a deshacer de mí, me subió al carro, yo no intenté luchar, me sentía cansado, triste y sin energías, así que me limité a darle gusto. Manejó por un largo rato, supongo que quería asegurarse de que yo no supiera cómo regresar a casa. Se detuvo, abrió la puerta, me bajó y se fue.

La vida en la calle es dura, yo pensé que los humanos eran buenos, pero ahora estoy seguro de que son pocos los que son capaces de amar con sinceridad. Yo fui afortunado tuve a la dueña más maravillosa del mundo y estoy agradecido.

Con los humanos que me he topado estos últimos días se les hace fácil lastimarme, molestarme, humillarme y burlarse de mí, creo que no tienen claro que también soy un ser vivo que siente.

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Ahorita estoy acostado en una banqueta, me siento muy mal, no sé si me está matando la tristeza, el hambre, la sed o la soledad, a penas tengo energías para respirar.

Tal vez estoy viviendo mis últimos minutos y me da mucha pena que sean así, después de quince años llenos de felicidad y amor. Lo único que me consuela es que, si mi vida termina, tal vez me encuentre con mi humana.

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Comentarios

  1. Yo sabría perfectamente la clase de miserable que tengo a mi lado y haría hasta lo imposible por dejar a mi perrita en buenas manos antes de partir.

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