¡Hola, querido lector! Mi nombre es Bingo, un labrador de siete años y quiero contar en unas líneas la experiencia tan bonita de trabajar para Aurora todos los días. Ella es mi humana y nos conocemos hace un par de años.
Yo fui entrenado durante casi dos años, me enseñaron a estar al pendiente siempre de mi humana y también a estar concentrado cada que estoy llevando a cabo la misión, especialmente cuando estamos en lugares muy concurridos.
Ella tiene veinte años, nació con problemas de la vista, no sé bien cómo fue, pero hace unos años la perdió completamente y yo soy el encargado de guiarla en la vida. Desde que la conocí supe que nos llevaríamos muy bien, tal vez mi trabajo no sea encariñarme con ella, pero es inevitable, es muy sensible y dulce conmigo.
Después de una semana nos adaptamos perfectamente, cuando nos presentaron ella acarició suavemente mi cabeza y me dio la bienvenida; a ella le explicaron algunas cosas, solo nos costó trabajo entendernos los primeros dos días.
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Los dos vivimos con sus papás también son unas personas muy buenas, apoyan a su hija en todo lo que pueden, toda la familia es un equipo, del que yo también formo parte.
Me gusta mucho mi trabajo, sin embargo, a veces es complicado cuando salimos a la calle porque hay mucha gente que no se da cuenta que estoy trabajando, me saluda y yo pierdo la concentración. No es que sea grosero, pero no puedo ser amigable con los demás en esos momentos, para eso fui entrenado.
También es triste cuando no dejan entrar a mi humana Aurora a algunos lugares porque va conmigo, a pesar de que deben dejarnos entrar, hay que gente que ignora ese deber.
Tal vez mi vida no sea como la de muchos otros canes, pero yo estoy muy orgulloso de mi labor, siento que nací para esto. Soy feliz de poder ayudar a que alguien siendo sus ojos para que pueda tener una mejor calidad de vida y pueda desenvolverse mejor en el mundo exterior.
