Espera, ¿por qué te vas?, ¿no venimos de día de campo? Acuérdate que este es nuestro lugar de fin de semana para jugar, comer y para que descases del trabajo. ¿En dónde están nuestras cosas? ¿Por qué no traes la mochila?
Bueno, a lo mejor vas por ella, pero qué raro, siempre llegamos con todo. No importa, aquí te esperaré con emoción para que tengamos otro de nuestros mejores días juntos, ya tenemos varios para recordar.
Cada vez veo que te alejas más, ¿debería preocuparme? Tal vez es hora de desobedecerte e ir corriendo tras de ti. No, no es buena idea porque tú confías en mí y sé que no debo moverme de aquí; pero lo más importante es que yo confío en ti y sé que volverás pronto.
Ya pasó mucho tiempo, lo siento mucho, pero tendré que ir a buscarte, tal vez te sucedió algo y necesitas de mi ayuda. No te preocupes, allá voy, no importa qué tan lejos estés, yo iré a buscarte.
Me siento muy cansado, me duelen mis patitas, no he comido, ya se hizo de noche y tengo mucho frío. Por más que quiera ya no puedo seguir caminando, tengo que descansar un poco.
No sé en dónde estoy, me siento asustado, veo unas cuantas personas pasar y me miran raro, algunos hasta me acarician y me preguntan si estoy perdido; cómo me gustaría hablar para pedirles ayuda y encontrarte más rápido.
Recuerdo esas historias que narran cómo las personas abandonan a sus perros y ahora me siento como esos pequeños que se quedan desamparados, la diferencia es que yo sé que no me abandonaste.
¿Verdad que no?
Tal vez nunca lo respondas, pero quiero creer que no quisiste dejarme; aunque preferiría eso a saber que algo te pasó y estás sufriendo.
No sé qué está sucediendo, estoy muy triste, espero mañana sea un día mejor y volvamos a estar juntos.
