No han sido días fáciles para mí y al parecer para nadie de los que vivimos en esta casa. El ambiente no se siente igual, ya perdí la noción del tiempo. No sé cuántos minutos he estado lejos de mi humano.
Para nosotros los perros nos resulta complicado entender lo que pasa en la vida de los seres humanos. No sabemos de razones, solo percibimos sus estados de ánimo y tratamos de apoyar estando con ellos para que se sientan mejor.
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Pero para mí está siendo complicado, tengo 9 años y, desde entonces, siempre había estado con José, mi persona favorita, compañero de aventuras y mi más grande amor.
Todo marchaba perfecto, hasta que un día comenzó a sentirse mal, estaba débil y ya no tenía las mismas ganas de jugar conmigo. Tiempo después salió de casa y ya no regresó, solo entraron sus hermanos porque lo habían acompañado.
Supe que las cosas no estaban bien, lloraron durante mucho tiempo y desde ese momento, mi vida cambió por completo.
Hace mucho tiempo que no me siento feliz, que no hay emoción en mi ser, no tengo ganas de comer ni de jugar. Paso la mayor parte del día echado cerca de la puerta con la esperanza de ver a José entrar.
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Los otros humanos tratan de animarme, me acarician y hablan conmigo, les hago caso para que no se pongan más tristes, pero definitivamente no es lo mismo, sin ese ser especial a tu lado nada es lo mismo.
José, quiero que sepas que mi vida sin ti está vacía y no le encuentro sentido. Mi misión es cuidarte y acompañarte, pero no puedo hacerlo porque no estás y no sé en dónde podría buscarte.
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No importa cuántos días más pasen ni que tan triste me sienta, aquí estaré esperándote, humano. Con mucha ilusión y guardando fuerzas para recibirte como te mereces. Lo que quiero es tenerte cerca y que mi corazón esté completo.
