Mi nombre es Lucas y les voy a contar la historia de la semana más triste que he tenido, en la que creí que mi vida ya no tenía sentido, me sentía incompleto, no tenía razones para emocionarme y mi corazón estaba triste.
Les quiero platicar a cerca de Laura, mi mamá humana, ella es el amor de mi vida, el ser más dulce que conozco y mi razón de ser. Me adoptó cuando a penas era un cachorro, exactamente hace seis años.
Ella trabaja a menudo y lamentablemente no pasa mucho tiempo en casa, sin embargo, es una persona muy organizada y aunque tenga muchas cosas que hacer, siempre hay actividades dedicadas a mí dentro de su rutina.
No ha sido fácil adaptarnos, pero nos hemos acostumbrado, lo más importante es que nunca dejemos de estar ni pasar tiempo juntos. Les repito, ella no está mucho tiempo en casa, pero siempre regresa, excepto aquella semana.
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Aquel día ella estaba muy extraña, salió de casa con una bolsa más grande de lo normal, no iba tan arreglada como siempre y estaba un tanto desganada. Recuerdo que acarició mi cabeza, me abrazó y me dio muchos besos antes de salir. Esto último no era raro, siempre se despide así de mí.
Las horas transcurrieron de manera normal, yo hice lo de siempre, esperar y esperar la hora en la que habitualmente regresaba, llegado el momento estaba listo atrás de la puerta para recibirla como ella merece.
Algo no estaba bien, percibí un aroma diferente, otra persona se estaba aproximando a la casa, Sonia, la mejor amiga de Laura. Entró a la casa, me saludó, tomó la correa y me llevó al parque. Por supuesto que me confundí, ese fue el paseo más extraño. Después regresamos a la casa, llenó mis platos de comida y agua para después marcharse.
La puerta se cerró, en la casa reinaba el silencio, yo no sabía qué hacer, así que me quedé en la puerta esperando a mi humana hasta que me ganó el sueño, ella nunca apareció.
Así transcurrieron los siguientes días, Sonia se encargaba de mí, ponía mucha dedicación y amor, pero no lograba animarme, entre más días pasaban mi estado de ánimo decaía.
Nunca me había sentido tan mal, daba vueltas por toda la casa, trataba de entender porqué Laura no regresaba, saqué un par de prendas de ropa con su aroma para sentirla cerca.
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Eso me tranquilizaba por un buen rato, pero el sentimiento de extrañar a alguien es muy fuerte, tal vez tengan razón cuando dicen que te puedes morir de tristeza. Fueron 7 días de su ausencia, los peores de mi vida.
Hasta que por fin regresó, entró caminando muy lento, Sonia traía la bolsa gigante, la dejó en la entrada y ayudó a mi humana a sentarse en el sofá.
Por muchas ganas que tuviera, algo me decía que no debía recibirla tan eufóricamente como de costumbre, así que solo me acerqué, le lamí la mano y ya no me separé de ella.
Mi corazón descansó, la esperanza volvió y la mirada se me iluminó, mi persona favorita ya estaba conmigo.
Querida mamá humana:
Por favor nunca me vayas a abandonar, mi vida no tendría sentido sin ti. Tú le inyectas felicidad y mi corazón es todo tuyo.
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