Soy Luke, un perro feliz y afortunado de compartir su vida con la mejor mujer que puede existir en el mundo, se llama Danna, ella es mi dueña desde hace 4 años, me rescató de las calles de la ciudad.
Ayer no fue un día normal, generalmente ella hace muchas cosas, va al gimnasio, al supermercado, salimos al parque, luego se va a trabajar y regresa a casa cuando está a punto de anochecer.
Pero ayer la rutina cambió, estuvo en casa todo el día, jugamos por muchas horas, estuvo platicando conmigo, comimos, volvimos a jugar y no prendió la computadora ni revisó su celular, solo de vez en cuando hojeaba un libro.

Para nosotros los perros es un misterio la vida de los humanos, aunque vivimos con ellos y de alguna manera los conocemos, a veces hacen cosas de las que logramos entender el motivo. Por un momento pensé que era un día de descanso o tal vez estaba de vacaciones, pero no, porque cuando esa es la razón, siempre salimos de casa para dar un paseo prolongado.
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Tal vez no entendamos muchas cosas, pero los perros sentimos y, en mi caso que viví tres años en la calle, es inevitable tener miedo cuando Danna sale, hay anécdotas, en su mayoría tristes y desagradables que no puedo olvidar.

En las calles me trataban mal, fui golpeado, las personas de todas las edades me gritaban cosas que no tenía la necesidad de entenderlas para darme cuenta de que eran agresiones. Por desgracia, hay humanos a los que no les importa la especie, son malos por naturaleza y hacen daño a plantas, cosas, animales o personas sin pensar en nada.
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Cada vez que sale Danna de la casa, me preocupa que vuelva llorando porque le hayan hecho daño o pero aun, que no regrese por culpa de alguien más. Yo confío plenamente en ella y sé que nunca me dejaría, pero me cuesta confiar en la mayoría de las personas.

Ayer mi humana no salió de casa, sé que fue difícil porque a ella le encanta salir y disfrutar de la vida, pero lamentablemente corre el riesgo de que alguien le robe la felicidad. Yo estuve tranquilo, sabía que estaba a salvo, que nadie le podía hacer nada.
Hoy se fue, comprendo que no puede detener su vida para siempre, de hecho no tendría porqué hacerlo, debería vivir sin miedo. Otra vez me quedo preocupado, solo tendré que esperar a que la puerta se abra, Danna entre y yo pueda correr a abrazarla y llenarla de amor.
Los perritos son tan especiales e inocentes, entregan todo su amor.