No hay que ser un ser humano para darse cuenta de que algo raro está pasando, no sé si en nuestra cuadra, el país o en todo el mundo, pero al menos mi entorno ha cambiado mucho en los últimos días.
Los primeros días pensé que Oscar, mi dueño, estaba de vacaciones y fui el perro más feliz del mundo, no es que ahorita no lo sea, pero hay algo que no me tiene del todo tranquilo y a mi dueño lo veo igual.
Han de saber que los perros estamos acostumbrados a tener una rutina por la que nos vamos guiando en el día a día; con el paso del tiempo ya sabemos en qué momento nos toca comer, pasear, tomar la siesta etc. Pero de repente todo cambió, Oscar empezó a estar todo el día en la casa y la diversión se esfumó.

Todos los días hemos echo prácticamente lo mismo, en cuanto despertamos, salimos máximo dos minutos para que yo haga del baño, en cuanto termino nos metemos y enseguida me limpia las patas. La verdad es que mi humano nunca había sido tan estricto con la limpieza.
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Después prepara su desayuno y llena mi plato de croquetas, durante un buen rato me platica cosas, hace preguntas y se responde solo. Yo me dispongo a comer y cuando termino me acuesto para escucharlo con atención.
Más tarde, prende su computadora y creo que se pone a trabajar, eso es algo nuevo, porque en los días normales esa cosa nunca estaba prendida porque decía que el trabajo no era para la casa y prefería dedicarme tiempo.

Ahora, mientras trabaja, solo me queda estar en el sillón, levantarme para dar una vuelta por la casa, salir a la terraza para que me de el sol y regresar a acostarme.
Cuando llega la hora de la comida, se repite la misma rutina del desayuno, no hay ni una sola modificación.
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Al terminar es momento de volver a salir otros dos minutos, y al regreso, tiempo encender la televisión. Oscar se sienta en el sillón y para ese entonces yo ya estoy cansado estar acostado, entonces corro por un juguete para por lo menos jugar a que él me lo lance y yo lo regrese, creo que ese es el momento más divertido del día.

Pasadas las 8:00 de la noche es momento de cenar y otra vez hacemos lo del desayuno y la comida. Después volvemos a salir.
La última “actividad” del día es acostarnos en la cama, mi humano pone una película, pero no la ve porque le dedica tiempo a su celular. Eso es lo único que sé porque de repente me quedo dormido.
Así han sido los días. Estoy muy contento por tener a Oscar todo el tiempo cerca de mí, pero también me siento muy aburrido y espero que esto no sea para siempre.
Extraño salir, ver a mis amigos también de cuatro patas en el parque y sentir que el aire mueve mi pelaje. Quiero de vuelta mi vida de antes.
Yo si salgo con mi perrhijo, de 10 a 15 minutos según el clima, siente el aire y la hierba bajo sus patitas.