A pesar de que ahora tengo muchos amigos, desde que mis humanos me dejaron en este lugar, no me siento acompañado, mi corazón está vacío. Ayer fue un día especial, pero nadie se enteró, no tenían idea, así que estuve solo en mi cumpleaños. Acostado muy triste en una esquina porque en esta ocasión no me cantarían la canción especial, tampoco tendría el pastel delicioso y lo peor, nadie me daría amor.
Abrí mis ojitos en la mañana, caminé de un lado a otro con la esperanza de ver a mis humanos. Creí que ellos sí se acordarían y estoy seguro de que así fue, pero no entiendo porqué no vinieron a buscarme.
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Cuando mis compañeros de cuatro patas despertaron, les hice saber con ladridos que era mi cumpleaños. Aunque todos nos comunicamos igual, ninguno entendió exactamente lo que quería explicarles. No sabían qué era un cumpleaños, ellos no habían tenido familia y nadie los había festejado. Así fue como desde temprano mi emoción disminuyó.
Di un par de vueltas más por el lugar, la esperanza de que mi familia llegara se mantenía viva. Hasta que me cansé de caminar y me fui a recostar en la esquina, estaba muy triste, no comí nada. Aún no comprendo porqué terminé aquí, nunca les hice nada a mis humanos, era un gran perrito, me portaba bien, no rompía cosas y, lo más importante, les daba mucho amor. Todo iba muy bien y de repente se alejaron de mí.
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Puedo decir que ya me adapté a vivir aquí, ya no me siento tan mal como el primer día que me dejaron. Sin embargo, ayer que fue un día especial, no logré evitar que mi corazón extrañara mi antigua vida y las personas que todavía amo.
Aquí me cuidan bien, supuestamente estoy en espera de una familia, pero en el fondo sé que nunca nada será igual, nadie sabrá el día en el que nací.
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Lo mejor será que olvide el día de mi cumpleaños, también la canción especial y el delicioso sabor del pastel. Al parecer no volveré a celebrar y no quiero estar otra vez triste en una esquina esperando el abrazo mi familia. Sí, para mí siempre serán mi familia y los amaré toda mi vida.